Edimburgo, capital de Escocia. La ciudad no llega a los 500.000 habitantes y apenas mide 117km2 (Madrid, por ejemplo, son más de 600.000), así que visitarla en un solo día no es un plan muy descabellado que digamos.
La capital escocesa fue fundada en 1125 nada menos, y por tamaño es más pequeña queGlasgow. Vamos a dar un paseo por esas calles de casi 900 años de historia a la carrera como quien dice, a ver qué podemos ver.
Para empezar, hay que dividir la ciudad en dos: la Old Town (o Ciudad Vieja) y la New Town (Ciudad Nueva). Es una parte fundamental para visitar, ha mantenido la estructura que tenía en la Edad Media y durante la Reforma protestante.
Por allí están la Catedral de Saint Giles, las Cortes escocesas, la Universidad de Edimburgo y una cantidad importante de callejuelas subterráneas que son todo un alarde de ingeniería de caminos de la época.
Lo mejor de hecho es empezar por arriba e ir bajando la llamada Royal Mile, una calzada que une el Castillo de Edimburgo con el Palacio de Holyrood House. Lo que mide esta avenida, 1’8km, es lo que se llama una milla escocesa. Una calle con historia propia.
Bajando por esa calle puedes ir mirando a los lados y perderte por cuantos callejones quieras, toda la Old Town es un monumento en sí misma, y llegar hasta el Holyrood House.
De camino puedes visitar el Grassmarket, una plaza medieval con un ambientazo digno de echar un rato.
Ahí perfectamente puedes tomar un refrigerio antes de continuar la caminata, y de paso puedes visitar el cementerio de Greyfriars y ver la tumba de Bobby, el perro que estuvo 14 años junto a la tumba de su dueño y que ahora es un icono de la lealtad escocesa.
Ya que has llegado hasta este punto, te puede resultar buena idea parar un momento e ir a una cafetería: The Elephant House. ¿Por qué, dirás, esta y no otra? Muy sencillo.
The Elephant House es una de las cafeterías bohemias por excelencia. Tanto es así que J. K. Rowling, la autora de Harry Potter, estuvo allí día sí día también mientras escribía los primeros libros de su saga más célebre. Ian Rankin, otro importante escritor de novela negra, es otro notable cliente del bar.
Sube entonces por el George IV Bridge y estarás otra vez en la Royal Mile y a muy pocos metros de la St Giles’ Cathedral, un precioso monumento que deberás visitar. Te sobrecogerá, no decimos más.
Continúa por la Royal Mile y llegarás, tras un buen paseo en el que puedes callejear cuanto te plazca, al Palacio de Holyrood, donde solía habitar la familia real escocesa y que ahora sirve de residencia oficial para la reina Isabel II en la tierra de William Wallace.
El palacio está lleno de pasadizos secretos y túneles. La leyenda cuenta que mandaron a un soldado para investigar si el palacio y el castillo estaban unidos, pero se perdió y no se volvió a saber de él. Se dice que aún se oyen los cánticos que entonaba el soldado.
Si coges aquí el bus 26 en dirección a Tranent llegas hasta… la playa. Sí, Edimburgo tiene playa. Fría, claro, porque es lo más septentrional del Reino Unido, pero ahí está Portobello Beach.
En Portobello Beach si quieres puedes dedicar un rato a hacer kitesurfing o casi cualquier deporte acuático que se precie. O simplemente puedes darte un paseo por la arena relajadamente.
Vuelve entonces al Holyrood Park, el parque donde está el palacio. Ahora sube por la colina verde hasta el Calton Hill y deja que la vista te llene. Vas a ver toda Edimburgo de un tirón, hasta una acrópolis que le ha valido el sobrenombre de la Atenas del Norte.
Ya que estás ahí es el momento de bajar por Princess Street y llegar hasta el parque homónimo, donde puedes perfectamente parar a tomar un café o sentarte a comer un bocadillo que te dé combustible y seguir paseando.
El parque es enorme y relajante, y tienes cerca una buena cantidad de tiendas y bares donde aprovisionarte para montar el picnic por tu cuenta. Y a buen precio, que es lo importante sobre todo si vas con el bolsillo justo.
Y ya nos metemos de lleno en la New Town, paseando por Rose Street, un compendio de callejuelas simétrico cargadas de comercios y restaurantes, y por supuesto por George Street, la zona más aristocrática de Edimburgo.
Otra opción si sales de Princess Street es acercarte al Dean Village. Está solo a diez minutos andando del parque y es una zona muy desconocida de la ciudad, pero verdaderamente preciosa.
El Dean Village es una especie de pequeño pueblecito en medio de la naturaleza, a orillas del río Leigh. Las casas son del siglo XV y se restauraron hace apenas 50 años, ahora es una zona residencial de las más apreciadas y tranquilas de Edimburgo.
Desde allí, a apenas 15 minutos andando, nos dirigimos a Stockbridge. El barrio bohemio y pijo de la capital escocesa. Es un buen sitio para cerrar el día de caminatas por la buena cantidad de bares y restaurantes que os encontraréis.
Si te quedan energías para vivir la noche escocesa, los pubs son tu mejor opción. El célebreThe Royal Oak es uno de los bares más conocidos de Escocia, y está además ubicado en pleno centro de la Old Town (concretamente en 1, Infirmary St.).
En este bar además son frecuentes las sesiones de música en directo, incluso improvisadas, lo que le da un plus al local.
En el centro de la Royal Mile está la Deacon’s Brodie Tavern, llamada así por el diácono Brodie, un sacerdote que llevaba una doble vida: de día pregonaba el evangelio y de noche se convertía en un personaje de la peor calaña. De hecho, fue condenado a la horca.
Este personaje le sirvió a otro ilustre escocés para escribir uno de los relatos más conocidos de la literatura de terror: El doctor Jekyll y mister Hyde. Sí, Robert Louis Stevenson también era escocés. De hecho, se puede visitar su casa: está en Heriot Row, en pleno centro de la New Town en una zona verdaderamente elegante de la ciudad, junto a la Queen St.
Mapa del itinerario
Fuente: Trucos Londres
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